Vida

Ser demasiado sensible y no morir en el intento

Soy hipersensible o altamente sensible. Y el día que lo descubrí, fue uno de los más reconfortantes de mi vida. Toda la vida pensé que simplemente era demasiado llorona o que le daba demasiada importancia emocional a cualquier cosa. Lloro cuando estoy feliz, lloro cuando estoy triste, lloro cuando me enojo y lloro cuando me asusto. 

Por ejemplo, si veo a mi hija jugando y siendo feliz, lloro de alegría. Si escucho una canción que me gusta demasiado o que me hace sentir bien, lloro de la emoción. Si soy testigo de alguna injusticia y veo que nadie hace nada, lloro del coraje. Si alguien me asusta o veo algún bicho al que le tengo pavor, lloro del miedo.

Hace un tiempo decidí que ya no leería las noticias. Me encontraba llorando muy frecuentemente por todas las tragedias que ocurren en el mundo. Y honestamente, eso no es vida. Creo que nadie, tenga la inteligencia o emociones que tengan, quiere pasar su vida llorando ante todo lo que ocurre. No puedo evitarlo, me duele leer acerca del sufrimiento humano. Mi mente viaja y me hace sentir como si yo fuera ellos y la verdad es que no es agradable. Y desde que soy madre eso ha empeorado, pues lloro como si cada niño herido o muerto fuera mío.

También tomé la decisión de ver en soledad aquellas películas dramáticas o tristes. No me siento cómoda llorando enfrente de los demás, pero si veo algo que me causa dolor o tristeza, debo llorar. Antes me aguantaba las lágrimas para que no me dijeran: ¿Estás llorando? ¡Si solo es una película! Pero es que yo siento demasiado. Aunque sepa perfectamente que algo es ficción, lloro como si se tratara de la vida real. Así que ahora veo este tipo de películas sola en casa.

En realidad, aunque parezca que sufro mucho por esta particular característica de mi personalidad, ser hipersensible o altamente sensible (confieso que aún no me queda del todo claro si estoy en uno o en otro) también tiene su lado positivo.

Todo lo bueno de la vida, lo sientes con mayor intensidad. Los abrazos que me da mi hija los siento a tal grado, que pareciera que el amor que irradia tomara forma física y suavemente transmitiera calor a todo mi cuerpo. Es una sensación hermosa.

Las canciones que escucho y que me gustan o que fueron maravillosamente compuestas para hacerte sentir emociones, las siento en todo el cuerpo, siento como se me eriza la piel y mis ojos se tornan llorosos. A veces es lindo, otras confuso, pero al final, después de llorar, me siento mejor.

He aprendido a no controlar mis lágrimas. Son parte de mí, de mi esencia y de mi personalidad. Así que si quiero llorar, lloro y punto.

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